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Una familia saludable y unida siempre ha estado en el plan de Dios para nosotros |
1. Lectura Bíblica: Colosenses 3:22-24; Juan 10:10; Isaías 55:8;
Filipenses 1:6
2. Objetivos:
2.1. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan la importancia de liderar el cambio en su
familia
2.2. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
debemos dar a nuestras familias lo mejor de lo mejor
2.3. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
no hay sacrificio demasiado grande si es por nuestra familia
3. Desarrollo
del tema:
¿Ama usted a su familia? ¿Hasta qué punto? Esas dos
preguntas son determinantes. ¿La razón? Sólo hasta tanto tenemos claro cuánto
amamos a nuestra familia, podemos determinar, cuánto podríamos dar por ellos.
Nuestra
actitud es determinante. Cambiamos
nuestra perspectiva de la familia y comprendemos que no es una obligación
sino una bendición del Señor, y querremos dar lo mejor de nosotros para
nuestro cónyuge y los hijos. Cuando veo a mi esposa o esposo no como una pesada
carga sino como el privilegio de Dios para que tuviera mi complemento ideal, mi
perspectiva necesariamente cambia. Igual ocurre con nuestros retoños. Téngalo
siempre presente: son una bendición para nuestra existencia, y si les damos
algo, tiene que ser lo mejor de lo mejor.
3.1. Hacer todo
de corazón
Permítame traer a colación un texto que escribió el
apóstol Pablo dirigido a los esclavos residentes en Colosas. En el antiguo mundo romano, más de la mitad
de las personas eran esclavas. No importaba que fueran médicos, maestros o
pastores de ovejas—podían ser propiedad de otra persona.
Quizás
usted leyó el pasaje que está en Colosenses 3:22-24. Al estudiarlo quizá pensó:
“Eso no puede referirse a mí. Tengo un
trabajo (o un jefe, o un cliente) terrible. Le aseguro que el apóstol está
hablando a cada creyente. En su tiempo, el sirviente inferior de una familia
tenía la responsabilidad de lavar los pies sucios de quienes entraban en la
casa. Era un trabajo que lo exponía a toda clase de abusos. Pero Pablo dice: “Todo lo que
hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses
3: 23).
Los
creyentes sacan el mejor provecho de sus trabajos cuando asumen el papel de
siervos del Señor. Así es como Dios nos ve. Igual con el compromiso que asumen
con sus familias.
Aunque
vivimos en una sociedad que valora la independencia, nosotros tenemos que ser
diferentes y realizar el trabajo requerido, asumiendo compromiso en todas
esferas—laboral, eclesial, social y por supuesto, con nuestro cónyuge e hijos--.
La
única vez en que estamos autorizados a desobedecer y no dar lo mejor de lo
mejor, es cuando se nos pide que violemos la Palabra de Dios. Pero aun así, al
disentir debemos hacerlo con mansedumbre y autocontrol.
El
reverendo Charles Stanley Señala: “La
Biblia nos dice que los caminos de Dios no son los caminos del hombre (Isaías
55:8), y que tenemos al Señor Jesús como ejemplo: Él se hizo a sí mismo siervo
del Padre, y vino al mundo para morir por los pecados de la humanidad (Filipenses
2:5-7). El servicio obediente nos caracteriza como seguidores de Cristo y como
personas con influencia positiva sobre los demás.”
¿Y
qué de la familia? También a ellos debemos servirles. Recuerde siempre que la
transformación en nuestro hogar comienza con quienes asumimos el papel de cabezas principales, de líderes. Mi cónyuge
no cambiará y tampoco lo harán mis hijos, si primero no emprendo yo el proceso
de transformación personal y espiritual. Es una reacción en cadena, como el
efecto dominó.
3.2. Lidere el
cambio, también en la búsqueda de Dios
¿Cómo podemos llevar a nuestra familia a una oración
comprometida y permanente? Viviendo nosotros mismos un proceso de crecimiento
espiritual. Podemos reñir con nuestro cónyuge y los hijos, pero jamás les
obligaremos a orar o buscar a Dios. En cambio si les enseñamos con nuestro
ejemplo, ellos lo harán. Es algo que se transfiere
cuando nos ven.
La
espiritualidad ha sido siempre un tema importante para los seres humanos. Pero
en los últimos años se ha vuelto cada vez más popular, ya que la gente está
tras la búsqueda de significado y propósito para sus vidas. Saben que si
permiten que Dios reine en sus vidas, vendrán poderosos cambios.
Lamentablemente,
muchas personas se han conformado con un camino espiritual superficial, exento
de compromiso, que confirme sus propias creencias, en vez de uno que ha sido
construido sobre la verdad —que puede realmente satisfacer los deseos de sus
almas. Lo que no entienden es que nunca encontrarán lo que están buscando, a
menos que se conviertan a Jesucristo.
Y
usted, ¿le ha abierto su corazón al mensaje y a la persona del Señor Jesús? Su
andar de fe se mantendrá bloqueado hasta que estas preguntas sean analizadas,
ya que solamente Cristo es el camino a una vida plena y abundante (Juan 10.10).
También recuerde lo que dice la Palabra transformadora de Dios: “Vengan a mí con los oídos
bien abiertos. Escuchen, y encontrarán vida. Haré un pacto eterno con ustedes. Busquen
al Señor mientras puedan encontrarlo; llámenlo
ahora, mientras está cerca. Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí
hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal. Que se vuelvan al Señor, para que
les tenga misericordia.”(Isaías 55:3, 6. NTV)
Tal
vez usted ha estado asistiendo a la iglesia por un tiempo, pero está comenzando
a sentir eso más como una obligación que como algo que aguarda con interés. Igual
se encuentra su familia. Si siente que está simplemente haciéndolo por inercia,
quiero darle un consejo: nunca deje de buscar a Dios. La palabra buscar implica
acción y esfuerzo. La búsqueda de Dios comienza con usted y seguirá su
familia. Eso significa que una relación con su Padre celestial no ocurrirá por
accidente. Se necesitan intencionalidad
y comunicación.
Cuando
nos esforzamos por buscar a Dios, comenzamos a sentir su presencia y a
comprender cada vez más cómo trabaja Él en nuestras vidas. Pero debemos
reconocer que, si bien tener comunión con Él es la manera más gratificante de
invertir nuestro tiempo, también nos dejará anhelando tener más.
3.3. Prosiga adelante
en el proceso de cambio
Bajo ninguna circunstancia se
desanime cuando ha emprendido el proceso de cambio y pareciera que nada ocurre.
Tenga presente que los cambios son evidentes con el paso del tiempo. Viven el
proceso de transformación que experimentamos los cristianos y a los que se
refirió el apóstol Pablo cuando escribió a los creyentes de la Iglesia de
Filipos: “Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó
la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada
el día que Cristo Jesús vuelva.”(Filipenses 1:6. NTV).
No
se desanime. Ya el Señor comenzó a tratar su vida, y conforme pase el tiempo,
irá perfeccionando su obra. Usted no será alguien distinto de la noche a la
mañana, en un abrir y cerrar de ojos. Todo obedece a un maravilloso proceso en el que nuestro amado Padre celestial va
tratando con nuestra vida.
La
clave del asunto es perseverar y
permitir que nuestro Supremo Hacedor trate con nuestra existencia. Un amigo
pastor decía que es tanto como el joyero trabajando un diamante. “Poco a poco le va dando forma a lo que
inicialmente no tenía figura alguna”, explica.
Un joven adicto a las drogas me decía, hace
poco, que le resultaba imposible dejar su hábito. “Las drogas, aun cuando no lo quiera, me resultan indispensables”,
explicó. Con fundamento en la Biblia miramos en aquella ocasión y lo planteo
hoy, que sí es posible vencer cualquier atadura, porque Dios está con nosotros.
El
secreto está en renovar nuestros esquemas de pensamiento y dar lugar a los
sólidos principios y fundamentos bíblicos que transforman nuestra forma de
actuar.
Leonel,
una persona de nuestra comunidad, es un vivo ejemplo. Antes se dejaba arrastrar
por la ira. Su casa—donde escaseaban los platos de cocina—es un vivo retrato de
lo energúmeno que se transformaba cuando algo le sacaba de casillas. Destruía
todo a su paso, agredía a su esposa y la emprendía contra sus hijos.
--Pude vencer la ira gracias a que Dios
comenzó a obrar en mi vida—explicó.
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Si Dios gobierna en nuestra familia, habrá armonía y crecimiento personal y espiritual para todos |
Sí,
es posible cambiar, incluso inclinaciones tan destructivas como la ira. Al
respecto el médico especialista, Wayne E. Oates, escribe: “La ira… produce estragos. Se transmite dentro de la familia de una
generación a otra. Una buena manera de mirarla es como la “creatividad que
huye”. Las enseñanzas del Señor Jesús y
del apóstol Pablo dejan bien claro que la ira no es mala en sí misma. Sin
embargo, como sucede con cualquier otro atributo de la creación humana, como
por ejemplo la inteligencia, la ira puede ser un riesgo que nos lleva a
juicio…” (Wayne E. Oates. “Tras las máscaras – Desórdenes de la personalidad en
el comportamiento religioso. CBP. EE.UU. 1989. Pg. 65)
Quienes
levantamos barreras para experimentar transformación, somos usted y yo. Ponemos
talanqueras a todo cuanto el Señor quiere hacer con nosotros. Pero es tiempo de
tomar una decisión, aunque nos parezca imposible.
Tenga
presente que es posible cambiar y reemplazar viejos esquemas de vida y de
pensamiento, como enseña el rey Salomón: “El sabio con gusto recibe
instrucción, pero el necio que habla hasta por los codos caerá de narices.”(Proverbios 10:8. NTV)
La
decisión de emprender una maravillosa experiencia de vida, está en sus manos.
Los límites humanamente los ponemos con una actitud negativa y que está rodeada
de falta de persistencia. El proceso puede ser lento, pero siempre habremos
dado un paso para seguir adelante.
¿Qué
arriesga usted? Nada, en absoluto. Pero lo que sí es que puede ganar. ¿Qué?
Transformación en su forma de pensar y actuar. No se desanime, persevere en el
proceso de cambio. Dios está de su parte y le llevará a la victoria.
¿Usted
piensa seguir como hasta hoy en medio de enormes problemas, teniendo conflictos
con su familia?¿Cuánto más se va a demorar en emprender el proceso de cambio?¿Por
qué no decide someter esa situación en manos del Señor? Hoy es el día para
hacerlo. Ore, confíe y espere en Dios. ¡La respuesta vendrá! Y reciba a Jesús
como su Salvador.
© Fernando
Alexis Jiménez
4. Preguntas
para la discusión en grupo:
a. ¿Dios reina realmente en su familia?
b. ¿Le ha concedido el primer lugar al Señor
Jesús?
c. ¿Qué le hace temer que Dios gobierne su
familia?
d. ¿Toma nota de lo que enseñan las
Escrituras para su vida y familia?
e. ¿Estoy dando lo mejor de mí para mi
familia?
f. ¿Por qué he rehuido el compromiso de ser líder
en la familia?
e. ¿Qué puedo mejorar en el proceso de ser
líder para mi familia?
g. ¿Lidero en mi familia la búsqueda de Dios?
h. ¿Todavía obligo a mi esposa e hijos a
orar, o les doy ejemplo?
i. ¿Ha pensado que en todas las esferas, el
ejemplo que brinda es clave?
j. ¿Está dispuesto desde hoy a emprender ese
proceso de crecimiento con ayuda de Dios?
5. Oración al terminar la Célula familiar:
“Amado Dios y Padre te damos
gracias porque siempre estás con nosotros y jamás nos dejas solos. Hoy
sometemos en tus manos este día y te agradecemos el que manifiestes tu poder en
todo lo que hacemos. Danos la sabiduría para resolver problemas cuando llegan,
la humildad para perdonar a quienes nos hacen daño y la valentía para seguir
adelante cuando los obstáculos salen al paso. En tus manos quedamos. Amén”
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