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La decisión de perdonar, genera unidad en la familia |
1. Lectura Bíblica: Jeremías 31:34; 30:17; Efesios 4:26, 32
2. Objetivos:
2.1. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
el perdón nos libera y ayuda a crecer
2.2. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
perdonar, afianza los lazos familiares
2.3. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
el perdón genera unidad al interior de la familia
3. Desarrollo del tema:
Con seguridad se preguntará por
qué hago tanto énfasis en el perdón, sobre todo cuando se trata de las
Lecciones para compartir en las Células Familiares. La respuesta es muy
sencilla y se orienta en dos direcciones. La primera, perdonar nos hace libres
y nos permite disfrutar de intimidad con Dios. La segunda, quien perdona a su
cónyuge y a sus hijos, disfruta la vida a plenitud al tiempo que asegura unidad
al interior de todos los componentes del hogar. Esa es en esencia la razón para
enfatizar tanto en el perdón.
Le invito a considerar seis razones
por las cuales es esencial mantener un corazón limpio y sano, a partir de la
decisión de perdonar:
3.1. Perdonar y olvidar van ligados de la mano
No tiene sentido seguir llevando
sobre nuestros hombros la pesada carga del resentimiento. Si nos decidimos a
perdonar, con ayuda de Dios, Él nos llama a dejar atrás esos recuerdos.
Sepultarlos. Es lo que Él hizo con nosotros, como enseña la Palabra: “Y no habrá
necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus
parientes diciendo: “Deberías conocer al Señor”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta
el más grande —dice el Señor—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus
pecados».”(Jeremías 31:34. NTV)
Si nos decidimos a perdonar, de
la mano debe ir otra determinación: No seguir torturándonos con recuerdos
dañinos.
3.2. Dios sana nuestras heridas cuando perdonamos
Es cierto: Cuando nos causan daño
el dolor persiste. No obstante, cuando nos disponemos a perdonar con ayuda de
Dios, quedamos libres de esa pesada carga que llevamos a cuestas.
Nuestro amado Dios nos ayuda en
el proceso, como enseñan las Escrituras: “Te devolveré la salud y
sanaré tus heridas —dice el Señor—, aunque te llamen desechada, es decir,
“Jerusalén, de quien nadie se
interesa.”(Jeremías 30:17. NTV) Perdonar es una decisión
que nos permite crecer, y es nuestro amado Padre celestial quien sana las
heridas del alma.
Permítame citar lo que enseña
Gary Rosberg, reconocido autor, conferencista y terapista familiar: “El perdón logra vencer las mayores ofensas,
incluso las que amenazan con llevar las parejas al divorcio. Hemos visto cómo
se derrama una paz increíble cuando las personas que han enfrentado duras
ofensas: víctimas de la violencia, hombres y mujeres que sufrieron el abuso en
la niñez, esposos y esposas traicionados por su cónyuge, se deciden a perdonar.
Pese a su dolor, no eludieron el perdón. Caminaron en el ojo de la tormenta
para experimentar el dolor necesario que luego fue fundamental para que
experimentaran sanidad interior, la que tanto esperaban.”(Gary y Barbara
Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg.
94)
Hasta tanto persista el rencor en
nuestro corazón, será muy difícil una sanidad completa. En tales casos y con el
propósito de ser libres, es necesario someter nuestras heridas del alma a Dios
mismo, en oración. Él hará el trabajo.
3.3. Dios nos concede la fuerza para perdonar
Si me dice: “Suena hermoso aquello
de perdonar, pero me resulta difícil”, lo comprenderé. A nadie le va a resultar
fácil ni hoy ni nunca. No obstante, las fuerzas para perdonar y vencer—cualquiera
sea la situación--, provienen de Dios.
El rey David lo describió así: “En cuanto a Dios, perfecto es
su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él
esperan. Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de
nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de
poder, y quien hace perfecto mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y
me hace estar firme sobre mis alturas; quien adiestra mis manos para la
batalla, para entesar con mis brazos el arco de bronce. Me diste asimismo
el escudo de tu salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido.”(Salmo 18:30-35. NTV)
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La decisión de perdonar, es personal. Dios no le obligará a perdonar... |
Si encuentra muy complicado
prodigar el perdón, someta esa situación en manos de Dios. Puedo asegurarle que
lo logrará; alcanzará la victoria.
3.4. Quien
desea ser libre, debe tomar la iniciativa de perdonar
Si usted desea ser libre de la enorme carga de la
falta de perdón, debe tomar la iniciativa. Dios no la tomará por usted. Él le
ayudará en el proceso, pero no le obligará.
Le invito a considerar la apreciación del afamado
autor y conferencista, Gary Rosberg: “Como el perdón es un
acto de voluntad, es probable que tome un tiempo llegar al punto en el que
verdaderamente estás listo para perdonar. Si se trata de una ofensa menor, el
proceso de perdón puede llevar menos tiempo, pero si se trata de una ofensa
mayor, debemos prepararnos para un proceso de sanidad interior más largo. El
único error que cometemos es el de negarnos a entrar en el proceso.”(Gary y
Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU.
2004. Pg. 96)
Dios valora el que tomemos la
iniciativa y lo dejó muy claro en la enseñanza que impartió el apóstol Pablo a
los creyentes de Éfeso y a nosotros hoy: “Por el
contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos
a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.”(Efesios
4:32. NTV) La decisión es suya. Decídase hoy. Dios le ayudará.
3.5. Anidar la falta de perdón es destructivo
Tenga presente hoy y siempre, que
la falta de perdón daña nuestra salud. No es algo nuevo. La ciencia lo ha
comprobado. Conozco personas que han sufrido tremendos quebrantos en su
organismo, y cuando les ministramos, comprobamos que estaban odiando a alguien.
El apóstol Pablo, inspirado por
Dios, dejó clara la necesidad de no permitir que en nuestro corazón tome fuerza
la falta de perdón: “Además, «no
pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga
mientras siguen enojados, porque
el enojo da lugar al diablo.”(Efesios 4:26, 27. NTV) La decisión, hoy y
siempre, está en sus manos. Dios le ayuda, pero es usted quien debe decidirse
por el perdón.
Tenga presente que hoy es el día para rendir nuestro hogar en manos
del Señor Jesús. Podemos tener la certeza de que no nos arrepentiremos. Si no
ha recibido aún a Jesús como el Señor y Salvador de su vida, hágalo. Es la
mejor decisión.
© Fernando
Alexis Jiménez
4. Preguntas
para la discusión en grupo:
a. ¿Ha
pensado que perdonar genera unidad?
b. ¿Ha
intentado perdonar a su familia?
c. Haga
un listado de las personas a las que debe perdonar
d. ¿Qué
ha impedido que pueda perdonar a sus seres amados?
e. En
adelante someteremos los problemas de la familia en manos de Dios. Él nos ayuda
en el proceso de perdonar.
5. Oración al terminar la Célula familiar:
“Amado
Padre celestial, te damos gracias porque gracias a tu ayudas nos llevas siempre
a nuevos niveles como familia, y de perdedores nos conviertes en triunfadores.
Tú nos concebiste para ser ganadores, y en esa dirección queremos movernos
siempre con tu ayuda. Oramos que nos des la sabiduría y fortaleza necesarias
para seguir cambiando. Quédate siempre con nosotros. Amén”
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