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La felicidad es contagiosa, lo que se evidencia también en la relación familiar |
1.
Lectura Bíblica: Mateo 5:1-12
2. Objetivos:
2.1. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan su
compromiso decidido con ser felices y contribuir a la felicidad en el hogar.
2.2. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
Dios nos concibió para ser felices.
3. Desarrollo del
tema:
Con frecuencia encontramos en las Librerías toda clase
de textos en los cuales, supuestos gurús de la modernidad, abordan el tema de
la felicidad y proponen fórmulas, muchas de ellas inverosímiles pero
atractivas.
Por fuera de Dios, con las metodologías que nos ofrece
el mundo, difícilmente encontraremos paz interior, que a su vez se refleja en
lo exterior.
Cuando tomamos conciencia de éste hecho es necesario
volcarnos a las Escrituras y nada mejor que estudiar en detalle, en oración y
con un espíritu reflexivo, los primeros versículos del capítulo 5 de Mateo, en
donde se encuentran las Bienaventuranzas.
3.1. Dispuestos
a dejarnos tratar por Dios (vv. 1-5).
Uno de los más grandes mensajes del Señor Jesús se
dirigió no solo a sus discípulos sino a la multitud que lo asediaba. Plantea
que el reino de los cielos es para quienes son pobres de espíritu. No los
confunda, por favor, con aquellos que son de doble ánimo o simplemente, sin
ánimo interior para hacer nada. Por el contrario, se refiere a quienes se dejan
tratar por Dios, aquellos que se disponen para que Él, como si fuera un
alfarero, los moldee (v. 3)
El sufrimiento, que atraviesan decenas de personas, a
raíz de familiares que les hacen la vida imposible, allegados, vecinos o
compañeros que los convierten en blanco de sus críticas o burlas, es conocido
por Dios quien no solo les trae consuelo al corazón sino que les fortalece para
vencer, por encima de las circunstancias (v. 4).
“Una cosa es ser
manso y otra muy distinta ser menso”, dijo alguien. Lo comprendo. Hay
quienes confunden una disposición a la paz interior y exterior, con la condición de
quien se deja subyugar. Tremendo error. No debe ser así.
La mansedumbre es una condición del alma profundamente
valorada por Dios. Les acerca a Su divino Reino, el Reino en el que gobierna
sobre nuestros corazones.
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No solo estamos llamados a ser felices sino a transmitir la felicidad a la familia |
3.2. Dios
bendice a quienes tienen un corazón abierto a Su mover (vv.6-9)
El poder de Dios trasciende todo lo que podamos
entender. Él trata no solo nuestras enfermedades, trayendo sanidad, sino que
además produce transformaciones en nuestra forma de pensar y de actuar. La
justicia es uno de los elementos que enfatiza el Señor (v.6).
Ser justo es hacer todo en la voluntad de Dios, que a
su vez se traduce en bien para quienes nos rodea. Una persona que tiene hambre
y sed de justicia, es agradable en la presencia del Señor y además tiene unas
excelentes relaciones consigo mismo, su cónyuge, su familia y quienes le
rodean.
La misericordia es otro elemento que valora nuestro
Padre celestial. Nace y se fortalece en nuestro corazón (v.7). Está asociada a
un corazón limpio en donde no hay rencores, suspicacias, malos deseos y todo el
cúmulo de actitudes que no están bien en la presencia del Señor (v. 8).
Plantea además el Señor Jesús que los pacificadores,
aquellos que buscan la paz no en sus fuerzas sino en el poder de Dios, son
quienes están en el centro mismo de la voluntad de Dios (v. 9)
3.3. Firmes en
Dios a pesar de la adversidad (vv.10-12)
Las circunstancias atropellan la vida del cristiano.
Unas favorables, otras desfavorables. Pero unas y otras no pueden llevarnos a
perder la bendición. ¿La razón? En los momentos difíciles es probable que nos
prendamos de la mano de Dios en procura de ayuda, pero en los momentos buenos,
es muy probable que nos apartemos de Él
creyendo que tenemos todo resuelto.
Frente a las persecuciones, debemos volvernos a
nuestro Padre celestial, sabiendo que Él nos fortalecerá y llevará a alcanzar
la victoria. ¡No permita que las circunstancias le venzan! (vv.10-12)
4. Preguntas para
la discusión en grupo:
a. ¿De
qué manera aplico las Bienaventuranzas a mi vida y a mi familia?
b. ¿Está dispuesto a dejarse tratar por Dios?
c. ¿De qué manera responde o reacciona usted
ante las diferentes circunstancias de la vida?
d. ¿Ha experimentado persecución?¿Qué actitud
ha asumido al respecto?
e. ¿Considera que su obrar está en el centro
mismo de la voluntad de Dios?
f. ¿Ha enfrentado persecuciones?¿Cómo ha
enfrentado tales situaciones?
5. Oración al
terminar la Célula familiar:
“Amado Padre celestial, te
damos gracias por este nuevo día. Reconocemos que nos concebiste no para vivir
en amargura, sino para compartir la felicidad, como familia. Oramos delante de
tu presencia que nos ayudes en el crecimiento, no solo en nuestra vida sino en
el proceso de dejar atrás la amargura y la desolación que nos roba los momentos
de paz y solaz que tienes para nosotros. Sometemos nuestra vida y familia en
tus manos, Amén”
© Fernando Alexis Jiménez
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