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Nuestro testimonio de vida ejerce una poderosa influencia en la familia |
1.
Lectura Bíblica: 1 Timoteo 5:8;
Proverbios 15:1
2. Objetivos:
2.1. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan la
importancia de guardar un buen testimonio cristiano al interior de la familia.
2.2. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que
nuestra forma de pensar y actuar ejerce influencia positiva o negativa en
nuestra familia.
3. Desarrollo
del tema:
Hace poco tiempo llegó al buzón de correo electrónico
el siguiente mensaje de un hombre desesperado: “Tengo un problema enorme y no se qué hacer. Junto con mi esposa somos
creyentes. Sin embargo y con extrañeza encuentro que ella, no solo da muy mal
testimonio sino que además, se molesta cuando saco tiempo para ayunar los días
sábados en la mañana, y participo en las jornadas de evangelización, en la
tarde. Mi propósito de consagrarme para Cristo desencadena tremendos
enfrentamientos. La vida en pareja se torna insoportable. El pastor de la
congregación, a quien le consulté a respecto, le restó importancia al tema. Me
dijo que simplemente orara. No se qué hacer”.
No es el único caso. Como ese hay muchos. El asunto es
que muchos padres y madres, aunque profesan fe en Cristo y asisten regularmente
a la Iglesia, no dan buen testimonio de su fe. ¿Cómo incide esto en nuestro
hogar? Generalmente, cuando los hijos no ven un buen testimonio cristiano,
replicarán ese mal comportamiento. No mostrarán coherencia entre lo que dicen y lo que hacen.
3.1. Orando
para que Dios produzca transformación en el hogar
Sin duda la oración es
fundamental. Es Dios y nadie más que Él quien puede generar las condiciones que
transforman el pensamiento y actuaciones de una persona. De ahí que, en lo que
respecta al criterio que me despierta su carta, considere oportuna la
recomendación de su pastor.
Ahora bien, el asunto es
bastante complejo para pasar por alto todas las implicaciones que reviste. Pelearnos
con nuestro cónyuge no va a funcionar porque absolutamente nadie obliga a
alguien a modificar su forma de pensar y de actuar. ¿Qué debo hacer?, se
pregunta usted. La respuesta es sencilla: No riña con su cónyuge, sino: ore por
él o ella.
3.2. Debemos
prodigar tiempo a nuestra familia
Recién comenzaba en la vida
cristiana, recuerdo que salíamos a las calles a predicar los días domingos.
Todavía lo hago, pero en esa época ni siquiera era líder. Era un colaborador.
Pues bien, una hermana que siempre participaba entusiasta, tenía una característica
especial: su esposo trabajaba fuera de la ciudad y sólo tenían el domingo para
verse.
Un día, yo que insisto, apenas
comenzaba en la vida cristiana, le dije:
--Hermana Ruth, dedíquele
tiempo a su esposo. Nosotros nos ocuparemos de la evangelización—.
Ella, que sí llevaba buen
tiempo como creyente, frunció el ceño y me dijo:
--Hermano Fernando, déjeme
cumplir la Gran Comisión de Jesús--.
--¿Y su matrimonio?—le
pregunté deconcertado.
--No se preocupe, mi esposo
comprenderá—dijo con tono cortante.
Tres meses después se
divorciaron. La hermana Ruth ya no predica en las calles. Le echó la culpa a
Dios por su separación. Cabe aquí una pregunta: ¿Fue Dios el culpable o más
bien ella por descuidar a su familia?.
Si por ejemplo, hemos
dispuesto un día a la semana para ayunar, comparta el tiempo de la tarde con su
familia. No podemos descuidarlos. Es una forma de dar testimonio cristiano.
Cónyuge e hijos deben sentir nuestra presencia en todo instante. Ayudarles en
un quehacer doméstico es una excelente idea. Llevarlos a tomar un helado o
pasear por una avenida, ver una buena película o simplemente hablar de todo un
poco, ayudan a preservar la armonía y de paso, a dar solidez a su hogar.
El apóstol Pablo escribió: “...Porque si alguno no provee para los suyos, y
mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”(1
Timoteo 5:8). Revise su situación personal. Pregúntese: ¿Acaso
está descuidando a su familia y desencadena las protestas airadas de su
cónyuge? Si es así, es necesario aplicar correctivos.
3.3. No podemos
dejar de lado el servicio a Dios
Es innegable que una familia
en la cual se sirve a Dios, es una familia que recibe bendición. Josué, el gran
conquistador de la tierra prometida, fue claro al advertir a los Israelitas
sobre la necesidad de decidirse: “Y si mal os
parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis: si a los dioses a quienes
sirvieron vuestro padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los
dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a
Jehová”(Josué 24:15).
Es viable definir en
familia nuestro servicio a Dios. Podemos
concertar la asistencia a los servicios religiosos e incluso, a qué actividades
adicionales podemos asistir.
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Cuando hay un buen testimonio familiar, todos permanecen unidos en el hogar con ayuda de Dios |
¿Ayuno en el templo? Permítame
serle sincero: usted puede hacerlo en casa si ese tiempo que va a invertir en
el templo es el único que tiene disponible para su familia.
¿Evangelización? Por supuesto,
es necesario evangelizar. Soy un convencido de la importancia de salir a las
calles a predicar; pero si ese es el tiempo que tiene para su familia,
perfectamente podemos evangelizar cuando vamos al parqueadero de vehículos o
quizá cuando viajamos en el autobús.
Siempre llevo en mi agenda y
en mi maletín tratados evangelísticos. Los obsequio a las personas con las que
tengo trato diario. Eso no obsta el que salga con frecuencia con la
congregación a predicar en las calles. Pero para evangelizar no se necesita más
que alguien que no conozca de Cristo, para compartirle nosotros el Plan de Salvación.
3.4. No podemos perder la calma ante las
provocaciones
Cuando su cónyuge esté fuera
de casillas, recuerde que ponerse a la par implica dos cosas: la primera,
incurrirá en irrespeto a su esposa y la segunda, logrará el objetivo de quien
le provoca: su respuesta airada. En la Biblia encontramos una sabia
recomendación: “La blanda respuesta quita la
ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.”(Proverbios 15:1).
Reaccionar con el mismo tono
de voz complicará las cosas. Todo comienza con el proceso mental que usted haga
de la agresión. No se sienta “vulnerado” porque instintivamente
reaccionará en defensa; por el contrario, evalúe cuidadosamente su respuesta y
hágalo con calma, midiendo el alcance de cada palabra.
Si nos han ofendido, el paso
es perdonar de manera sincera, paso esencial para que nuestro hogar sea sólido,
como enseña el conferencista y autor, Gary Rosberg: “El amor que perdona salvaguarda su matrimonio al sanar las heridas y
llevarle a experimentar paz. Es el amor que vuelve a unirse a su cónyuge
cuando las inevitables ofensas que se
producen en la relación matrimonial, los han separado. Es la primera clase de
amor que necesita todo matrimonio para ser a prueba de divorcio. Además, es un
amor que se encuentra arraigado con seguridad en el amor de Dios para nosotros” (Gary
y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU.
2002. Pg. 86)
Amar está ligado a perdonar si
nos han ofendido al interior de la familia, pero al mismo tiempo, amar es parte
fundamental de un buen testimonio cristiano.
3.5.- Es
necesario que Jesucristo tome el control de nuestro hogar
Siempre me ha llamado
poderosamente la atención el incidente en el cual el Señor Jesús dormía
mientras que sus discípulos libraban una enorme batalla con su temor ya que la
barca en la que se movilizaban estaba a la merced de las olas y una tormenta
sin precedentes.
Presa de la angustia, le
despertaron. El amado Maestro obró con calma absoluta. “Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar:
Calle, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”(Marcos 4:35-41).
Comprendo la zozobra que le
despierta a infinidad de hombres y mujeres enfrentar crisis y más cuando su
cónyuge no da buen testimonio. También tengo claro, como usted desde hoy, que
solamente Jesucristo traerá calma a su hogar. Es necesario por tanto seguir
orando en procura de guía sobre qué hacer. Él abrirá las puertas, sin duda
alguna. Jamás olvide que es Jesús el Señor quien debe reinar en nuestros
hogares, en todo momento (Cf. Salmo 127:1-5)
4. Preguntas
para la discusión en grupo:
a. ¿Ha meditado respecto a cuál es su testimonio
de vida cristiana en familia?
b. Si
ha cometido errores en su vida cristiana, ¿qué hace?¿Pide perdón a su familia?
c. ¿Ora
usted para que Dios tome control de su familia?
d. ¿Qué
impide que nuestra familia se convierta a Cristo?
e. ¿Cuánto
tiempo pasamos con nuestra familia?
f. ¿Hemos
dado pasos significativos, con ayuda de Dios, para mejorar nuestro testimonio
de vida cristiana?
5. Oración al terminar la Célula familiar:
“Amado Padre celestial, te
damos gracias por este nuevo día. Reconocemos que nuestro testimonio cristiano
debe mejorar. Te pedimos que nos des la humildad necesaria para perdonar si nos
han ofendido, y pedir perdón si a alguien hemos ofendido. Reina en medio de
nosotros y llévanos a la victoria en todo cuanto emprendamos. Sometemos nuestra
vida y familia en tus manos, Amén”
© Fernando Alexis Jiménez
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