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Es importante que aprendamos a orar en familia |
1. Lectura Bíblica: Mateo 9:28-30
2. Objetivos:
2.1. Que al término de la
reunión de Célula Familiar los concurrentes
comprendan la importancia de orar en familia.
2.2. Que al término de la
reunión de Célula Familiar los concurrentes
comprendan que las dificultades, que humanamente no podemos resolver,
debemos entregárselas a Dios.
2.3. Que al término de la
reunión de Célula Familiar los concurrentes
comprendan que a través de la oración, desarrollamos plena confianza y
entrega al Señor.
3.
Desarrollo del tema:
“Los dos
cieguitos del camino”. Eran la
referencia de todos cada mañana, al mediodía o cuando amenazaba lluvia: “Pobrecitos, quizá se van a mojar”.
Incluso alguien recordaba de las maldades de los chicos, al esconder su manta o
las sandalias de los dos pobres hombres a los que les unió un denominador
común: la imposibilidad de ver.
Cierto día escucharon que Jesús se acercaba a la
ciudad. “Es un milagrero”, dijo uno.
“Dicen que es el Mesías”, comentó el
otro. Y esas palabras que intercambiaron, alimentaron la esperanza de poder
dejar de lado las sombras de la ceguera. “¿Y
qué si le pedimos que nos de la vista? Nada perdonemos. Nadie nos ha podido
ayudar y sin duda, no podrán hacerlo. Quizá aquél hombre pueda hacerlo”,
concluyó uno de ellos incorporándose del suelo y animando a su compañero para
ir en búsqueda de Aquél de quien tanto se hablaba en las calles y en los
caminos.
El registro Escritural señala que lo
encontraron: “Pasando Jesús de allí, le siguieron dos
ciegos, dando voces y diciendo! Ten misericordia de nosotros, Hijo de
David!”(Mateo 9:27)
Por favor, les invitamos para que lean de nuevo
el pasaje. Hágnalo exentos de cualquier prejuicio. Allí encontrarán el primer
paso para que pasemos del territorio de lo imposible—nuestra dimensión física
en la que humanamente no podemos hacer nada—al territorio de lo
posible, en la dimensión espiritual y de poder donde habita Dios. Y es
desde esa dimensión, desde lo espiritual, que el Señor responde y trae los
milagros a nuestra dimensión material.
La oración en familia es muy importante. Ayuda
no solo a que los componentes de la pareja veamos la ocurrencia de milagros,
que nos bendicen y enriquecen espiritualmente a todos, sino que además,
sembramos ese fundamento en los hijos.
¿Cómo podemos lograr que los milagros ocurran en
familia? Les invitamos para que consideren algunos pasos que resultarán
altamente eficaces en el proceso de ver materializados milagros en nuestra
vida:
3.1.
Seguir a Jesús
¿Hemos cruzado la frontera entre un país y otro?
Generalmente está determinada por unas coordenadas y aun cuando no hay una
línea pintada con brocha, usted sabe que al dar un paso, estará en otra Nación,
con otras leyes y una dinámica totalmente distinta de aquél territorio del cual
usted proviene.
Los dos invidentes de la historia dieron el paso
inicial para cruzar la frontera: Siguieron
a Jesús. Fueron tras Él. Es cierto, muchos les decían que era imposible,
que no perturbaran al Maestro, que se hicieran a un lado, que se resignaran a
seguir viviendo de las limosnas. Pero en los dos hombres había renacido la
esperanza e iban por un milagro.
Como familia, debemos cruzar la frontera y
seguir al Señor Jesús. Si lo hacemos los padres, sin duda lo harán también
nuestros hijos.
El evangelista internacional, Billy Graham,
enseña que es: “Bienaventurado el
hombreque ha aprendido el secreto de llegarse a Dios diariamente en oración.
Quince minutos a solas con Dios cada mañana antes de comenzar el día, pueden
cambiar las circunstancias y remover montañas. Pero toda la felicidad y todos
los beneficios ilimitados que fluyen a los depósitos celestiales, dependen de
cuál es nuestra relación con Dios” (Joan Winmill Browm. “Día a Día con Billy
Graham”. Casa Bautista de Publicaciones. 1982. Reflexión de Enero 19)
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Enseñamos a los hijos a orar, brindando ejemplo |
Desconozco cuál sea su situación familiar, pero
lo que sí se es que clamando a Dios, podremos ver de qué manera lo imposible se hace posible. Oración con perseverancia, convencimiento, decisión a
nivel personal y familiar. Deseche las voces de los incrédulos que siempre
encontrará a su paso. Usted fue concebido para un milagro.
Ahora, personalmente comprendo –y me identifico
con todos ustedes--que no es fácil creer en medio de una sociedad incrédula.
Es una decisión que sólo nosotros podemos tomar, aun cuando haya oposición. Las
personas a nuestro alrededor no tienen ni están obligados a compartir nuestras
convicciones de fe.
Les invito a considerar lo que enseña el autor y
conferencista norteamericano, John Piper: “A
pesar de lo mucho que nos gustaría, no tenemos el lujo de vivir en un mundo
donde las verdades más edificantes no encuentran ninguna oposición. Si pensamos
que podemos evitar todo lo que es controversial y alimentar nuestras almas sólo
con lo que resulta edificante, estamos
siendo muy optimistas. La razón por la cual muchos de nosotros creemos que
podemos confiar es que no conocemos bien nuestra historia o las personas que profesan
ser cristianas pero no lo viven. Además, ¿en realidad querríamos entregarle al
diablo el derecho de determinar nuestro derrotero espiritual, rehusando
alimentarnos con las enseñanzas que resultan conflictivas en nuestra sociedad?”
(John Piper. “Los deleites de Dios”. Libros Compartir. EE.UU. 1999. Pg. 189,
190)
Insisto, creer en medio de una sociedad que no
cree, siempre será controversial. No obstante, debemos seguir adelante. No nos
podemos detener. En Dios tenemos asegurada la victoria, porque Él responde a
nuestra fe con milagros que rebasan toda lógica.
3.2.
La perseverancia
Cuando oramos no podemos darnos por vencidos
fácilmente. Orar está íntimamente ligado a la perseverancia. “Sólo quien persevera alcanza”, solemos
repetir en Latinoamérica, y ese refrán aplica a nuestra vida devocional y de
oración.
¿Recuerda a los dos invidentes tras Jesús?
Marcharon con el Señor todo el camino. Si fueron cuadras o kilómetros, el texto
no lo dice. Lo que sí revela es que durante el trayecto, el milagro no ocurrió.
Y los dos hombres perseveraron.
El evangelista Mateo relata que: “Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús
les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.”(Mateo 9:28)
No se dieron por vencidos. En tanto clamaban por
el camino, como suele ocurrir cuando oramos, su fe se alimentó. Creer,
perseverar, ver los milagros. No se dieron por vencidos. Cuando el Maestro
llegó al hogar donde se alojaría, le pidieron el milagro.
3.3.
Que su fe marque la diferencia
Una cosa es oír que Jesús obrara milagros—como
ocurrió con estos dos hombres que experimentaban la invidencia—y otra bien
distinta, ser testigos de los milagros de Dios. Por esa razón cuando el
Señor Jesús les preguntó si creían que podía obrar un milagro,
dieron un paso de fe gigantesco—cruzaron la frontera, marcaron la diferencia—y
respondieron que sí.
Es probable que hasta el momento no haya
encontrado respuesta a su clamor, pero no se desanime. Siga orando. En la
Escuela de la Oración aprendemos que creer es lo que marca la diferencia para
que nuestras oraciones tengan eco en la Presencia del Dios de poder en el que
hemos creído.
3.4.
Vea posible lo imposible
Para nuestro amado Dios y Padre celestial obrar
un milagro en muy sencillo. Él no tiene nuestras limitaciones. Por ese motivo,
veremos grandes portentos en la medida en que podamos cruzar la frontera del racionalismo, esa inclinación a
explicarlo todo a partir de la lógica.
Cuando vamos al texto encontramos que “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra
fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos.”(Mateo 9:29, 30)
Todos tenemos un grado de fe, y sin duda, los
dos hombres tenían su propio grado de fe.
Eso fue lo que llevó a que el Señor Jesús les dijera que se produjera el
milagro conforme a lo que creían.
Orar es un proceso que inicia cuando estamos
convencidos que nuestras palabras no se las llevará el viento. Saber que del
otro lado Dios nos escucha. Es la
forma como crece nuestra fe. Y en estos invidentes su fe había subido de nivel.
Sirva la ocasión para preguntarle, ¿cómo anda su grado de fe?
Lo esencial es que, como padres de familia,
impulsemos la oración en el hogar. Si lo hacemos nosotros, lo harán nuestros
hijos. Téngalo siempre presente. Enseñamos con el ejemplo.
¡Hay salida para el sufrimiento! Está en Dios.
Él quiere ayudarnos, pero es necesario que le abramos las puertas del corazón.
Vuelva su mirada Él, sin temor, ya que no quedará avergonzado. Si tiene alguna
inquietud, por favor, no dude en escribirme a pastorfernandoalexis@hotmail.com o llamar al (0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
4. Preguntas para la discusión en grupo:
a. ¿Enseñamos
a nuestros hijos a orar, ofreciéndoles ejemplo?
b. ¿Cuándo
fue la última vez que oramos a nivel familiar?
c. ¿Fuimos
nosotros como padres quienes encabezamos la oración familiar la última vez?
d. ¿Enseñamos
a nuestros hijos que Dios hace posible lo imposible?
e.
¿Procuramos la ayuda de Dios en los momentos difíciles?
f. En
adelante someteremos a Dios, como familia, todos los momentos difíciles por los
que estemos atravesando, acudiendo a la oración.
5. Oración al terminar la
Célula familiar:
“Amado Señor, te damos gracias como familias reunidas en
esta Célula porque estamos creciendo—gracias a tu ayuda—en todas las áreas como
familia. Te pedimos que nos concedas la perseverancia al orar, y que como
padres, brindemos ejemplo a nuestros hijos. Permítenos cada día crecer en
nuestra vida de oración. Amén”
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