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Las palabras hieren y destruyen la relación familiar |
1. Lectura Bíblica: Lucas 6:45; Efesios 4:31, 33; Proverbios 15:1; Colosenses 4:6
2. Objetivos:
2.1. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan la enorme carga de edificación o
destrucción que encierran las palabras con las que se dirigen a su familia,
cónyuge e hijos.
2.2. Que al término de la reunión de Célula
Familiar los concurrentes comprendan que es posible cambiar nuestra forma de
expresarnos porque en ese proceso no estamos solos, sino que Dios nos ayuda y
fortalece para lograr el propósito.
3. Desarrollo
del tema:
Las palabras edifican o destruyen. A través de lo que
decimos, sentamos las bases para unas buenas relaciones, para estimular a otras
personas a obrar bien, a seguir su proceso de cambio o modificar comportamientos,
pero también por medio de lo que decimos se genera desaliento.
¿Mide usted el alcance de sus palabras con su cónyuge
o con sus hijos? Probablemente les haya herido sin proponérselo. Reaccionan con
rebeldía o tal vez con resentimiento. El factor determinante para ese
comportamiento han sido sus palabras. Tal vez causó profundas heridas que han
dejado huellas imborrables.
¿Ya evaluó cómo andan sus relaciones interpersonales?
Hoy es esencial que haga un alto en el camino con el fin de determinar si ha
provocado daños emocionales y de qué manera puede aplicar correctivos, con
ayuda de Dios. Recuerde siempre que cambiamos la forma de hablar, cambia
nuestra vida y mejora el trato con nuestro cónyuge y los hijos.
3.1. ¿Por qué
una persona es agresiva en sus expresiones verbales?
Quizá en su familia ha experimentado lo doloroso que
es convivir con un cónyuge agresivo, que no sabe expresarse y causa daño con
sus palabras. Su condición violenta que se manifiesta con lo que dice, tiene
varios factores de origen.
Los especialistas coinciden en asegurar que puede
originarse en la infancia y proceso de adolescencia. Termina replicando el
comportamiento que aprendió de sus padres, entre ellos, los vocablos vulgares.
Un segundo elemento, lo constituyen las amistades. Terminan ejerciendo una
influencia negativa en su forma de pensar y de actuar. Le sigue la influencia
de los medios de comunicación y se continúa con el entorno social. Aprendemos
de manera inconsciente de cuanto vemos y oímos alrededor.
La cultura es otro factor determinante. Quizá nos
criaron con la convicción de que en una selva de cemento sobreviven los más
agresivos, agresividad que se manifiesta con palabras soeces.
3.2. Usted
expresa con palabras lo que hay en su interior
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Con ayuda de Dios podemos encontrar salidas a las diferencias porque no sabemos expresarnos... |
Los seres humanos somos reactivos por naturaleza. Terminamos obrando a partir de estímulos,
y si sentimos que alguien nos agrede, respondemos con la misma intensidad o aún
con una intensidad mayor a la que nos provocó. El Señor Jesús advirtió: “Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su
buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal
corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón.”(Lucas 6:45. NTV)
Sobre esa base, si no hay una renovación de nuestro
mundo interior, nuestras reacciones pondrán de manifiesto la amargura, odio,
resentimiento, dolor y todos los sentimientos negativos que anidamos.
Dios desea ayudarnos en el proceso de
transformación, para que no sigamos destruyendo a la familia a partir de
palabras hirientes; sin embargo, el Señor no nos obliga. Es una decisión
nuestra y nada más que nuestra, como escribe el apóstol Pablo: “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras
ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.”(Efesios 4:31.NTV)
Si disponemos el corazón, nuestro amado Padre
celestial nos ayuda en el proceso de cambio y crecimiento—tanto personal como
espiritual—que terminará ejerciendo una influencia positiva y transformadora en
el hogar.
3.3. No permita
que lo provoquen
Cuando tenemos alguna diferencia con nuestro cónyuge,
lo primero que saltan son las palabras agresivas. Cargamos nuestras expresiones
de rabia, y cada frase termina siendo demoledora. El problema es que—generalmente—hieren
los sentimientos del otro. Somos reactivos
y no medimos el alcance de cuanto decimos.
El rey Salomón aconsejó que no nos dejemos provocar, y
sugiere que si nos ofenden, lo apropiado no es responder con el mismo tono: “La respuesta apacible desvía el
enojo, pero las
palabras ásperas encienden los ánimos.”(Proverbios 15:1. NTV) Cuando usted responde apaciblemente, lo
más probable es que su cónyuge reconozca que está actuando de forma equivocada.
Si no es así, igual, siga guardando la compostura con ayuda de Dios.
El apóstol Pablo insiste que nuestra forma de
expresarnos debe ser mesurada siempre y bajo toda circunstancia: “Que sus conversaciones sean cordiales y agradables, a fin de que ustedes tengan la respuesta
adecuada para cada persona.”(Colosenses 4:6. NTV)
Ser cuidadosos al expresarnos y responder
a cuanto nos dicen, no solamente llevará a que mantengamos unas buenas
relaciones interpersonales, sino además, a evitar causarle dolor a nuestra familia
por hablar sin pensar.
3.4. Debemos
ser ejemplo en palabras y acciones
Como padres de familia, ejercemos una poderosa
influencia en nuestros hijos. Ese es el motivo por el cual debemos ser
cuidadosos cuando hablamos. No podemos desmedirnos al decir las cosas, causando
daño con nuestras expresiones.
La importancia de brindar ejemplo la brindó el propio
apóstol Pablo cuando escribió: “Amados hermanos, tomen mi vida como modelo y aprendan
de los que siguen nuestro ejemplo.”(Filipenses 3:17. NTV)
¿Y cómo brindamos ejemplo? Cuando somos muy cuidadosos
al responder a una eventual provocación de nuestro cónyuge. Recuerde que para
reñir hacen falta dos personas, pero si usted elude la confrontación, sin duda
el altercado no irá más allá, como escribe el proverbista: “Comenzar
una pelea es como abrir las compuertas de una represa, así que detente antes de
que estalle la disputa.” (Proverbios 17:14. NTV)
No olvide jamás que por
grave que haya sido el incidente, usted y yo debemos respeto al cónyuge, tal
como enseñan las Escrituras: “De la misma manera, el marido debe amar a su
esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en
realidad demuestra que se ama a sí mismo… Por eso les repito: cada hombre debe
amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido..”(Efesios
5:28, 33. NTV)
Si disponemos nuestro
corazón para ser transformados por el Señor, Él nos permitirá imprimir cambios
en nuestra forma de pensar y de actuar, y por supuesto, en la forma como nos
expresamos. Recuerde siempre—que no se le olvide jamás—que a través de las
palabras edificamos o destruimos.
4. Preguntas
para la discusión en grupo:
a. ¿Medimos el alcance de nuestras palabras?
b. ¿Somos
conscientes que nuestras palabras edifican o destruyen?
c. ¿Sabemos
pedir perdón cuando ofendemos a alguien?
d. ¿Hemos
identificado dónde se origina nuestra vulgaridad al hablar?
e. ¿Somos
conscientes que palabras vulgares destruyen a los demás y no honran a Dios?
f. En adelante pediré a Dios la sabiduría
necesaria para hablar con entendimiento, con el fin de no herir a otras
personas, incluyendo a nuestra familia.
5. Oración al terminar la Célula familiar:
“Amado Padre celestial, te damos gracias en este día por la reunión
que hemos sostenido, en la que aprendimos a la luz de las Escrituras el enorme
peligro que encierra no medir el alcance de nuestras palabras. Concédenos la
sabiduría necesaria para reconocer cuando hemos fallado a partir de decir lo
que no debemos, con el fin de proceder a cambiar con Tú ayuda y no en nuestras
fuerzas. Te damos gracias porque en todo este proceso no estamos solos. Danos
sabiduría para hablar y concédenos la humildad necesaria para pedir perdón
cuando hemos ofendido a alguien. En tus manos quedamos hoy. Amén”
© Fernando Alexis Jiménez
saludos y bendiciones.
ResponderEliminaragradezco al Señor haberme encontrado con esta pagina y haber sido de mucha bendicion y reflexion para mi vida, y que me va a ayudar con la ayuda del Señor a mejorar mi relacion familiar. Dios continue bendiciendole. j.a.z