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La familia debe ocupar lo mejor de nuestros esfuerzos diariamente |
1. Lectura Bíblica: Romanos 12:8-14
2. Objetivos:
Ø Que los
concurrentes a la Célula Familiar comprendan la necesidad de hacer un alto en
el camino con el ánimo de evaluar dónde hay fallas y comprometerse a
corregirlas.
Ø Que los
concurrentes a la Célula Familiar comprendan la necesidad de eliminar de su
vocabulario la palabra divorcio como alternativa para
superar las crisis al interior del hogar.
3. Desarrollo del tema:
Las familias están atravesando
en el mundo por una profunda crisis. Lo grave es que naciones históricamente
identificadas como cristianas, y nos referimos a los Estados Unidos, están a la
par de países como España, Francia, Alemania y Japón donde el cristianismo no
constituye mayoría entre su población. Algo está pasando. Los cimientos han
sido socavados y el desmoronamiento en la relación de pareja y en el esquema de
comunicación padres-hijos, sigue enfrentando un peligroso distanciamiento. El
panorama es aún mas preocupante en América Latina donde prevalece el machismo y
el respeto a la mujer brilla—en la mayoría de los países—por su ausencia.
3.1. Tiempo de hacer un alto en el camino
El deterioro en la relación
familiar no es algo que se produce de la noche a la mañana. Obedece como tal, a
un proceso, en el que generalmente no apreciamos grandes cambios hasta que
llega el momento en el que la proximidad de una espiral sin fondo, un abismo
muy profundo, nos envía señales inequívocas y en muchos casos, puede ser tarde.
¿Cuáles son los principales
enemigos de la relación familiar? Permítanme relacionarle algunos: el trabajo,
el egoísmo, las muchas ocupaciones en la Iglesia, perseguir nuestras propias
metas y no las que benefician a la familia, buscar sólo la satisfacción propia,
el fútbol, la lectura del diario o de libros de manera compulsiva, chatear por
teléfono, pasar demasiado tiempo ante el computador y, por supuesto, ver
demasiada televisión.
¿Vive usted alguna de estas
situaciones? Pues tome nota, porque afectan su relación en el hogar y minan la
intimidad emocional que debe alimentarse diariamente con su cónyuge y sus
hijos.
Los autores, reconocidos
mundialmente por su dedicación a salvar a las familias americanas, escriben: “Para mantener algo fresco, vivo y en buen
orden, hacen falta cuidado, mantenimiento y, algunas veces, restauración. El
matrimonio no escapa a esta regla. A menos que se mantenga fresco y se nutra,
se desvanecerá como una vieja fotografía. El matrimonio es una relación
dinámica de amor entre un hombre y una mujer, y cada instante esa relación se
hará una profunda y rica o se estanca y decae. Y todos los matrimonios
deteriorados señalan al meno un camino oscuro y solitario que puede terminar en
divorcio.”(Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial
Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 17, 18)
Si nos vamos desconectando de
la familia, todos los componentes terminan por acostumbrarse a ese
distanciamiento. La falta de alimentar la relación rendirá sus frutos,
representados en la crisis en el hogar. De ahí que encontremos esposos y esposa
resentidos, que no quieren seguir intentándolo, e hijos rebeldes, que quieren
abrirse paso en la vida por sus propias fuerzas y métodos.
3.2. Signos inequívocos de la crisis
La crisis en la familia se
pone de manifiesto con continuas discusiones, indiferencia los unos por los
otros, rabia recíproca, sentimientos de odio de padres a hijos y viceversa o
entre los componentes de la pareja, respuestas groseras ante la más mínima
provocación, entre otras.
Estas señales deben prender
nuestra alerta. Recuerde que la
crisis se pone de manifiesto en la relación conyugal y con los hijos. ¿La
razón? Quizá les hemos herido y sus reacciones hoy, son el fruto de lo que
sembramos.
Es cierto, hay una enorme
distancia entre la familia soñada y la familia real. En una cultura como la
nuestra, todos los hogares están expuestos a peligros, y más nuestros hijos. Poco
a poco, si los problemas no se resuelven, lo más probable es que pensemos en el
divorcio,
palabra que dicho sea de paso, deberíamos borrar de nuestro vocabulario.
Precisamente el autor y
conferencista, Gary Rosberg, hizo un alto en el camino y reconoció que había
dedicado su tiempo al estudio, descuidando a la familia: “Mi vida estuvo fuera de control, la gente de mi familia funcionaba con un piloto automático y tenía delante de
mí un largo camino si deseaba ganarla de nuevo. En aquel momento no sabía cómo
Dios sanaría el dolor en nuestros corazones. Sólo sabía que había llegado al
final de mí mismo, y que lo necesitaba como nunca antes.” (Gary y Barbara
Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 19)
Vendrán altibajos, pero se pueden
superar. Basta que le demos a Dios el lugar que le corresponde, y dispongamos
nuestro corazón para que haya arreglo. Haga un alto en el camino…
3.1. El amor,
la tabla de salvación en la familia
Si Dios ocupa, como debe ser, el primer lugar en
nuestra familia, aseguramos que esa relación no se desmoronará fácilmente. Pero
a ese elemento esencial, debemos sumarle el amor, que hoy por hoy es la tabla
de salvación para la familia. Recibir e interiorizar el amor de Dios en
nuestras vidas y transferir ese amor a la familia. Esa es la clave.
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Es tiempo de hacer un algo en el camino, y emprender la recuperación de la familia |
La mejor descripción del amor, la encontramos en la
carta del apóstol Pablo a los Romanos, versículos del 8 al 14. Allí nos
describe de qué manera el amor permea la forma de pensar y de actuar, en el
cristiano y en quienes asumen el compromiso de traer transformación en su
hogar.
a. Amar a
nuestra familia, una obligación
Estamos obligados a amar a nuestra familia. No es sólo
porque se trate de nuestro cónyuge y los hijos, sino porque son nuestro
prójimo. Amarlos por encima de todas las cosas que puedan comprometer nuestros
esfuerzos. Recordemos que el esquema es: amor
a Dios, en primer lugar, y amor a
nuestra familia, en segunda instancia.
El apóstol Pablo dejó muy claro este principio cuando
escribió: “No deban nada a nadie, excepto el
deber de amarse unos a otros. Si aman a su prójimo, cumplen con las exigencias
de la ley de Dios. Pues los
mandamientos dicen: «No cometas adulterio. No mates. No robes. No codicies».
Estos y otros mandamientos semejantes se resumen en uno solo: «Ama a tu prójimo
como a ti mismo»”(Romanos 12:8, 9. Nueva Traducción Viviente)
El amor que le neguemos a la familia, pone de
manifiesto que nuestro amor a Dios no es perfecto. Es necesario revisar este
aspecto en nuestra vida.
b. El amor
tiene unas características especiales
Amar a la familia está íntimamente ligado a dar lo
mejor de nosotros, perdonarles, procurar lo mejor de lo mejor para nuestro
cónyuge y los hijos, darles lo que esté a nuestro alcance sin ningún tipo de miramiento
ni egoísmo, perseverar si hay crisis
al interior del hogar y, ante todo, someter la familia a Dios.
El apóstol Pablo escribió: “El amor no
hace mal a otros, por eso el amor cumple con las exigencias de la ley de Dios. Esto es aún más urgente, porque
ustedes saben que es muy tarde; el tiempo se acaba. Despierten, porque nuestra
salvación ahora está más cerca que cuando recién creímos. ”(Romanos 12:10, 11. Nueva Traducción
Viviente)
El testimonio cristiano se ve engalanado con un buen
trato a nuestra familia. Es en ese espacio, la familia, donde probamos si somos
realmente hombres y mujeres que seguimos fielmente al Señor Jesús.
c. Cambiar, un
distintivo del compromiso cristiano
Es posible que en nuestra vida hayamos cometido
errores con la familia. Lo importante es que ahora, en nuestra condición de
cristianos, sigamos en la misma actitud. Si hacemos un alto en el camino,
identificamos errores y nos disponemos a recuperar nuestro hogar, contaremos
con la ayuda de Dios.
El apóstol Pablo escribió: “La noche ya
casi llega a su fin; el día de la salvación amanecerá pronto. Por eso, dejen de
lado sus actos oscuros como si se quitaran ropa sucia, y pónganse la armadura
resplandeciente de la vida recta.
Ya que nosotros pertenecemos al día, vivamos con decencia a la vista de todos.
No participen en la oscuridad de las fiestas desenfrenadas y de las
borracheras, ni vivan en promiscuidad sexual e inmoralidad, ni se metan en
peleas, ni tengan envidia. Más
bien, vístanse con la presencia del Señor Jesucristo. Y no se permitan pensar
en formas de complacer los malos deseos.”(Romanos 12:12-14. Nueva Traducción
Viviente)
En la familia debemos enfocar nuestros esfuerzos.
Pedir a Dios la sabiduría y fortaleza para cambiar, darles un trato adecuado y
encontrar realización en el espacio del hogar, constituyen pasos sólidos hacia
nuestro verdadero crecimiento cristiano.
Tenga siempre presente que su familia vale la pena.
Jamás será muy grande el esfuerzo que haga por su cónyuge y por sus hijos. Si
depende de Dios, Él le concederá la sabiduría y la capacidad de edificar
familias sólidas, en los que primen fundamentos cristianos y en donde el Señor
Jesús reine verdaderamente.
4. Preguntas para la discusión en grupo:
a. ¿Por qué debe preocuparnos el progresivo desmoronamiento en la institución
de la familia?
b. ¿Cómo anda nuestra familia?
c. ¿Ocupa Dios el primer lugar en nuestra familia?
5. Oración al terminar la Célula Familiar:
“Amado
Padre celestial, te pedimos que sigas gobernando en nuestra familia.
Reconocemos que si tú no estás ocupando el primer lugar, los problemas llegarán
a ganarnos ventaja. Te pedimos que nos ayudes a crecer en principios y valores,
y que el amor verdaderamente sea el
protagonista de nuestra relación en el hogar. A los padres danos sabiduría,
amado Señor, para educar y dar solidez a nuestros hijos en principios y
valores, y a los hijos, danos sabiduría para ser obedientes y respetuosos con
nuestros padres. En tus manos quedamos, Amén”
©
Fernando Alexis Jiménez
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