Inicio » » Haga un alto y pregúntese: ¿Cómo anda mi familia?

Haga un alto y pregúntese: ¿Cómo anda mi familia?

Nunca será tarde para, con ayuda de Dios, hacer
un alto en el camino y cambiar con nuestra familia


1.  Lectura Bíblica: Proverbios 18:13-15; Santiago 1:19; 1 Pedro 3:8

2. Objetivos:

2.1. Que al término de la reunión de Célula Familiar los concurrentes comprendan la necesidad de hacer una auto evaluación de cómo anda nuestra vida
2.2. Que al término de la reunión de Célula Familiar los concurrentes  comprendan la necesidad de hacer una auto evaluación de cómo anda nuestra relación de pareja
2.3. Que al término de la reunión de Célula Familiar los concurrentes  comprendan la necesidad de hacer una auto evaluación de cómo anda nuestra relación con los hijos


3. Desarrollo del tema:

¿Cómo anda su familia? Tal vez la relación con su esposa, aquella mujer que lo conquistó en su juventud, se ha enfriado. ¿Y el trato con los hijos? Probablemente se tornó muy distante. Lleva tiempo sin cruzar palabra con ellos. Todo ha caído en un círculo sin fin en el que simplemente está sobreviviendo.

¿Considera justo que su existencia se circunscriba a trabajar, sostener una familia, descansar sábado y domingo y retornar a la misma rutina el lunes siguiente?

¿Lo ha tentado la posibilidad de tener una relación extra marital?¿Tal vez desea comprobase a sí mismo que todavía puede conquistar a una mujer?¿ha estado bebiendo últimamente sólo para pasar tiempo con los amigos?¿Siente desasosiego cuando termina la jornada laboral y no quisiera regresar a casa?

¿Qué decir de su profesión? Tal vez ha alcanzado una buena posición laboral y economía. ¿Le ha traído satisfacción? Probablemente no. Anheló siempre llegar a la cúspide de la montaña, pero comprobó que el llamado éxito no ha hecho otra cosa que dejarlo con los mismos vacíos en su mundo interior.

El autor y motivador empresarial, Peter Drucker, hizo una excelente reflexión cuando escribió: “Éxito no necesariamente significa alcanzar algo que los de aquellos tiempos desconocían: logros, quizá como profesor de una universidad, como médico… en fin, todos aquellos trabajos en los cuales a principios de siglo no existían o eran tan pocas en número como para tener relevancia social.”(Peter Drucker en “Medio tiempo”. Editorial Vida. EE.UU. 2005. Pg. 13)

Éxito en aquella época de comienzos del siglo pasado, que describe Drucker, era tener una familia sólida, ir los domingos a la iglesia y pasar las tardes reunidos, tomando los alimentos y con amigos. No era la lucha despiadada que vemos hoy día por llegar a la cima, arrasando con todo y todos a nuestro paso, para descubrir que en la cumbre no hay nada más que vacío…

Si ha tomado tiempo para evaluar su vida, permítame felicitarlo. Es la mejor decisión que podemos tomar. No solo hoy sino siempre. Es necesario hacer un alto en el camino y examinar cómo anda nuestro mundo interior, la relación con el cónyuge, con los hijos y en los escenarios donde nos desenvolvemos socialmente.

3.1. ¿Estás dando el 100% de usted?

Piense por un instante que quizá hasta hoy se ha esforzado sin tener metas específicas. ¿Qué hacer después que se alcanza la realización profesional o se logra una pensión de jubilación?¿Qué sigue en el camino?

Es aquí donde cobra particular vigencia una parábola del Señor Jesús, que produjo cambios a los oyentes—en su momento—y que ejerce un poder transformador en nuestros días:

Más tarde ese mismo día, Jesús salió de la casa y se sentó junto al lago. Pronto se reunió una gran multitud alrededor de él, así que entró en una barca. Se sentó allí y enseñó mientras la gente estaba de pie en la orilla. Contó muchas historias en forma de parábola como la siguiente: «¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda; pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron. Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes; pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».”(Mateo 13:1-9. NTV)

Sí, usted ha leído este pasaje muchas veces. Probablemente hasta lo tiene subrayado en su Biblia. No obstante, ¿qué efecto ha producido en su vida? Por favor, lea con detenimiento las últimas líneas de esta porción Escritural: “…pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!”

Ah, sin duda encontró la clave del asunto: La semilla cayó en tierra fértil y produjo fruto abundante… Una cosecha cien veces mayor de la cantidad de semilla que se plantó…

A partir de esta reflexión tome unos instantes para reflexionar: ¿Está dando lo mejor de su vida en la relación con su cónyuge?¿Está dando lo mejor de su vida en la relación con sus hijos?¿Está dando lo mejor de su vida en la relación con Dios?¿Está dando lo mejor de su vida en el trabajo?¿Está dando lo mejor de su vida al interactuar con otras personas?

Por favor, tómese el tiempo que considere oportuno para evaluarse. Puedo asegurarle que es la mejor decisión que jamás pueda tomar. No siempre lo que hacemos está bien, aun cuando nosotros creamos que es lo mejor.

Probablemente los enfrentamientos con su cónyuge o los roces con sus hijos ponen en evidencia que todo anda mal y es necesario imprimir cambios en su vida. Es tiempo de hacer un alto en el camino, reconocer que hemos fallado, admitir que no hemos dado lo mejor de nosotros en la relación familia, en nuestra relación con Dios y en todo cuanto hacemos…

3.2. ¿Qué tipo de terreno somos?

El conocimiento académico, el dinero, el reconocimiento social y todo cuanto tenemos no es tan importante como creemos. Recién ocurrió el terremoto ocurrido el 25 de enero de 1999 en Armenia, Colombia, fui con líderes de la Alianza Cristiana y Misionera a llevar alimentos, frazadas y elementos de aseo a los daminificados. Y me sorprendió ver enormes edificios convertidos en ruinas, vehículos costosos convertidos en chatarra en medio de los escombros… Riqueza y fama que se desplomaron en cuestión de segundos como un castillo de naipes… Por doquiera se veía llanto, dolor, desesperanza…

Y me causó también una profunda impresión una mujer de alrededor de setenta años. La estaban entrevistando para la televisión nacional. Junto a ella, las ruinas de lo que fuera por muchos años su casa. ¡Pero estaba sonriendo! Jamás he logrado olvidar las palabras que dijo al reportero: “Tengo alegría porque aunque perdí todo, ¡tengo vida! Y puedo comenzar de nuevo…”

Es muy probable que sienta que su vida está destruida. No encuentra sentido en lo que hace, su familia se convirtió en una carga, la relación con su cónyuge entró en la espiral de la rutina, su trabajo es un martirio e ir a la iglesia—si es que asiste—constituye una obligación antes que un gozo.

El principal eje del asunto es el tipo de terreno que somos hoy día. La calidad de terreno determina que las semillas produzcan mucho o que simplemente, se sequen

El Señor Jesús explicó la importancia de ser una buena tierra: Escuchen ahora la explicación de la parábola acerca del agricultor que salió a sembrar: Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón. Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; pero, como no tienen raíces profundas, no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la palabra de Dios, caen. Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen la palabra de Dios, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones de esta vida y el atractivo de la riqueza, así que no se produce ningún fruto. Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!”(Mateo 13:18-23. NTV)

Piense que todos tenemos oportunidad de recibir la semilla de transformación y crecimiento que proviene de Dios. Si disponemos nuestro corazón para ser tratados por el Señor, nos convertimos en buena tierra.

El proceso de cambio comienza con una decisión...
La decisión de mejorar nuestra relación familiar...
Quizá nuestra buena tierra se ha visto afectada por experiencias traumáticas, una crianza marcada por el dolor, los conflictos familiares, la intolerancia, la falta de amor… Y hoy ese pasado le atormenta a través de los pensamientos. Pero a este cúmulo de factores que inciden en su vida se suma la mundanalidad. Terminar aceptando los antivalores que ha validado la sociedad. Termina creyendo que la agresividad hacia su familia, las palabras vulgares, el adulterio y la responsabilidad—entre otros comportamientos—son algo normal.

¿Piensa seguir como hasta hoy arrastrando la pesada carga del fracaso, la frustración y el vacío? ¡Por cierto que no! Dios nos creó para que experimentáramos una vida plena, llena de satisfacción y realización en todas las áreas (Cf. Juan 10:10 b)

Seguir adelante, en amargura, dolor y tristeza, no es otra cosa que desperdiciar cada instante. La vida es muy corta como para vivirla mal. Dios nos creó para que disfrutáramos lo mejor de la vida. Este es un principio que aplica a nuestra relación con Él, con nosotros mismos y la familia… Tres esferas importantes que nos permiten experimentar paz interior, gozo y plenitud.

3.3. ¡No todo ha perdido…!

Alguien me escribió desde Puerto Rico. Tiene 42 años, es Economista y su vida está al borde del abismo. A través del teléfono celular su esposa descubrió no uno sino varios episodios de infidelidad. “Mi vida no tiene sentido”, escribió al tiempo que explicaba la desolación porque sentía que todo estaba perdido…

La sensación que asiste a este hombre es la misma que embarga a millares de hombres en todo el mundo. Su existencia es un caos y sus familias están al borde del abismo. ¿Es hora de renunciar? Sin duda que no. Si permitimos que Dios tome control de la situación, ¡No todo está perdido…!

Hasta el momento ha sido un perdedor. Jugó mal el primer tiempo del partido de futbol. Cometió todos los errores que alguien pueda imaginar. Al hacer un inventario de su vida reconoce que dio pasos desacertados, que desencadenaron las consecuencias que hoy enfrenta. No obstante, con ayuda de Dios, el panorama puede cambiar.

El autor y conferencista internacional, Bob Buford, escribió: “A lo largo del camino he llegado a la conclusión de que el segundo tiempo de nuestra vida debería ser el mejor; de que en realidad puede ser un renacimiento espiritual… usted es demasiado listo para comprender que no puede jugar el segundo tiempo como jugó el primer tiempo. En primer lugar, no tiene la energía que una vez tuvo… Pero ahora usted anhela algo más en el segundo tiempo.”(Bob Buford. “Medio tiempo”. Editorial Vida. EE.UU. 2005. Pg. 13)

Tome un tiempo para hacer un alto en el camino y evaluar cómo ha sido su vida hasta hoy. No se apresure. Hágalo con cuidado. El segundo paso es rendirse a Dios porque Él tiene el poder para transformar las circunstancias, por ensombrecido que luzca el panorama.

Cuando nuestro amado Padre celestial toma el control de nuestra existencia, lo que hoy ve como territorio árido, desolado, Él lo convierte en tierra fértil. Su vida que hasta el momento no ha sido buena tierra para que la semilla produzca cosecha en abundancia, se convierte en tierra fértil.

El rey David resaltó que Dios es quien produce esos cambios, no somos nosotros en nuestras propias fuerzas: “Él transforma ríos en desiertos y manantiales de agua en tierra árida y sedienta. Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías, a causa de la maldad de sus habitantes. Pero también convierte desiertos en lagunas y la tierra seca en fuentes de agua. ”(Salmo 107:33-35. NTV)

Desconozco cómo ha sido su vida hasta hoy; si ha traído dolor a su familia o si por el contrario, aunque les ha dado mucho, le ha faltado compromiso hacia su cónyuge o sus hijos. No sé si todos sus proyectos han terminado en fracaso porque hay desórdenes en su mundo interior que le impiden avanzar.

Si al hacer un examen de cómo han sido sus días hasta hoy descubre que ha sido una continua sucesión de fracasos, permítame decirle que el panorama puede cambiar. Ábrale las puertas de su vida a Dios y concédale todo el permiso necesario para que Él trate su existencia. Le aseguro que Él hará maravillas en usted y pronto todos se sorprenderán de los cambios.

No es en nuestras fuerzas sino en el poder de Dios que podemos cambiar. El profeta Ezequiel lo describió apropiadamente cuando al hablar en nombre del Padre celestial, anunció: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne,  para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.”(Ezequiel 11:19, 20. RVR 1960)

Hoy es el día para emprender el cambio. Dios le concede esa oportunidad. No la deje ir. Es tiempo de recobrar el sentido de vivir, de recobrar su familia, de revitalizar la relación de pareja y dinamizar el interactuar diario con los hijos. No es en sus fuerzas sino en el poder del Señor como podrá lograrlo.

Tome la decisión. Salga del equipo de los fracasados y entre a formar parte del equipo de los ganadores. Está por comenzar el segundo tiempo del partido, y usted saldrá a la cancha a dar lo mejor de su vida… Puedo asegurarle que una vida de realización plena en todas las áreas le está esperando…

Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al (0057)317-4913705.

© Fernando Alexis Jiménez

4. Preguntas para la discusión en grupo:

a. ¿He invertido tiempo en mi relación con Dios?
b. ¿Cómo he visto reflejad0 en mi vida personal y familiar el distanciamiento que tengo de Dios?
c. ¿En qué me ayuda a nivel familiar el ser cristiano?
d. ¿Soy consciente que tener fe en el Señor Jesús debe llevarme a experimentar cambios?
e. ¿Permito que Dios obre en mi vida y en mi familia?
f. En adelante depositaré toda mi confianza en Dios para que Él traiga cambios a mi vida y mi familia

5. Oración al terminar la Célula familiar:

“Padre celestial, reunidos en tu nombre como familias, te damos gracias porque en todo momento hemos contado con tu ayuda para experimentar crecimiento en todas las áreas.  Concédenos la sabiduría necesaria para reconocer cuando hemos fallado y si hay algo hoy día que nos impide avanzar en el crecimiento. Gracias también por concedernos la fuerza necesaria para cambiar. Amén”

0 comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, queremos conocer tu opinión. Escríbenos a continuación

ESTUDIOS BÍBLICOS MÁS LEÍDOS

 
Soporte Técnico : Guerra Espiritual | Sermones Bíblicos | Estudios Bíblicos
Copyright © 2013. GRUPOS CELULARES PARA LA FAMILIA - Todos los Derechos Reservados
Plantilla Creada Por Creating Website Publicado Por Mas Template
Tecnología Blogger